PROTEINAS
Con razón se ha dicho que las proteínas constituyen el
pilar fundamental en el laboratorio bioquímico que todos los seres vivos tienen
en su interior. Las enzimas y muchas hormonas, entre otras sustancias, son
proteínas que rigen los procesos vitales en el organismo de los seres humanos y
de los animales. La diversidad proteica es considerable, al igual que las
posibilidades para la cuantificación de estos compuestos que contienen nitrógeno,
carbono y oxígeno. En este capítulo se expone un grupo de métodos que se
utilizan para la determinación de las proteínas en material biológico y se
trata acerca de otros avances importantes como la sustitución de los métodos
cinéticos (actividad total de la enzima) por los que miden la masa molecular
(por medio de reacciones antígeno-anticuerpo), más sensibles y específicos.
También se hace referencia a los reactantes de la fase aguda y al valor de la
proteína C reactiva como factor de riesgo de la enfermedad cardíaca coronaria.
INTRODUCCIÓN
Las proteínas se sintetizan en el interior de las
células, pasan al líquido intersticial y, de allí, se vierten en el plasma y
demás líquidos corporales. La cantidad, tipo y secuencia de los aminoácidos de
las cadenas polipeptídicas que las constituyen, les proporcionan su forma
característica e influyen, de manera decisiva, en sus funciones biológicas.
ESTRUCTURA DE LAS PROTEÍNAS
La estructura primaria de las proteínas está
constituida por el tipo y secuencia aminoacídica. La secuencia depende solo de
los enlaces covalentes (peptídicos)
y es predeterminada por el código del ADN.
La secundaria está formada por la disposición en
espiral de la cadena polipeptídica de la estructura primaria, en una dimensión.
Esta estructura, en muchas proteínas globulares, presenta dilataciones,
plegamientos y enrollados, debidos a muchos enlaces de hidrógeno y, de manera
ocasional, a enlaces covalentes disulfuro.
La terciaria es la estructura constituida por el
plegamiento intramolecular de la cadena polipeptídica para formar una
estructura tridimensional compacta de forma específica y que se mantiene por
los enlaces electro-valentes, los enlaces hidrógeno, los puentes disulfuro, las
fuerzas de Van der Waals y las interacciones hidrofóbicas. Estas últimas son
consideradas la fuerza mayor en la conservación de la estructura terciaria, la
cual le confiere a las proteínas sus propiedades biológicas específicas.
La estructura cuaternaria está representada por la
asociación de varias cadenas polipeptídicas que forman una gran unidad de
agregados oligoméricos. Esta estructura se consolida con el estrecho ajuste de
las unidades polipeptídicas a través de contactos de su superficie con los
grupos prostéticos. La albúmina, por ejemplo, carece de estructura cuaternaria,
pues posee solo una cadena polipeptídica. Sin embargo, la enzima
creatin-quinasa,
constituida por dos cadenas polipeptídicas, tiene tres
isoformas enzimáticas mayores, que dan lugar, en ella, a varias estructuras
cuaternarias.
PROPIEDADES FÍSICO-QUÍMICAS
Las propiedades físico-químicas de las proteínas se utilizan como base para su
identificación, separación y cuantificación. Ellas constituyen los principios o fundamentos de los
métodos para su estudio.
Las proteínas pueden ser separadas, desde el punto de
vista físico, de acuerdo con su tamaño. Su masa molecular relativa permite la
separación de las moléculas grandes o pequeñas mediante la diálisis o la
filtración en gel. La densidad de muchas proteínas es de aproximadamente 1,33
con excepción de las lipoproteínas, en las cuales oscila entre 1,006 y 1,21, lo
cual permite la separación de estas por medio de la ultra-centrifugación.
La solubilidad, otra propiedad de las proteínas, está
dada por la afinidad que tienen por diferentes solventes.
Si esta se pierde, al modificarse las propiedades
físico-químicas del solvente (pH, fuerza iónica, constante dieléctrica,
temperatura) por medio de experimentos, se produce la precipitación de las
proteínas al estado de insolubilidad. Lo mismo ocurre cuando las proteínas son
desnaturalizadas por la acción de agentes físicos como el calor o por distintas
sustancias como la
urea, el dodecilsulfato de sodio, y ácidos y bases
débiles, lo que produce la destrucción de sus estructuras secundaria, terciaria
y cuaternaria.
Hasta hace pocos años fue muy utilizado el método
conocido como precipitación salina (salting out) para separar proteínas.
La caída de la constante dieléctrica del solvente, producida por la adición de
sales o solventes
orgánicos, da origen a la separación y precipitación de
las proteínas.
Los análisis cuantitativos del contenido proteico en la
orina y en el líquido cefalorraquídeo (LCR), se basan, por lo general, en los
siguientes principios:
1. Reacción de los enlaces polipeptídicos con iones de
cobre en solución alcalina (reacción Biuret) o de los residuos de tirosina y
triptófano de los aminoácidos en soluciones fenoladas (método de Lowry).
2. Absorción ultravioleta (UV) en los intervalos de 200
a 255 nm y de 270 a 290 nm.
3. La precipitación y posterior cuantificación con
métodos turbidimétricos o nefelométricos.
4. La unión a colorantes indicadores como: azul
brillante Coomassie, rojo Ponceau S, bromocresol verde y bromocresol púrpura.
OTROS
PRINCIPIOS Y TÉCNICAS PARA LA SEPARACIÓN Y CUANTIFICACIÓN DE LAS PROTEÍNAS
Además de los referidos antes, existen otros principios
y técnicas para la separación y cuantificación de las proteínas. Algunos,
descritos hace varias décadas, se mantienen vigentes hoy día y otros forman
parte de los procederes nuevos que han surgido al amparo de nuevas tecnologías
introducidas en años recientes. A continuación se exponen algunos.
ELECTROFORESIS
El principio de la electroforesis se basa en que las
partículas cargadas, en este caso las proteínas, ubicadas en un campo
eléctrico, migran hacia uno de los
electrodos del campo, en dependencia de:
1. La carga eléctrica de la partícula.
2. El tamaño de la partícula.
3. La fuerza del campo eléctrico.
4. Las características del medio utilizado como soporte
durante el proceso de la migración.
Las partículas cargadas negativamente (aniones) se
dirigen al ánodo (electrodo positivo), y las cargadas positivamente (cationes)
se dirigen al cátodo (electro-do negativo). Si se hace variar el pH de la
solución amortiguadora, en la cual están disueltas las proteínas, estas
migrarán en el campo eléctrico creado, y se se-pararán unas de otras, al migrar
cada una de ellas distancias diferentes. Esta migración se produce sobre un
soporte que puede estar constituido por soluciones coloidales, geles (agar,
almidón, agarosa, acrilamida) o papel (de filtro o acetato de celulosa). En el
caso de la electroforesis en papel de acetato de celulosa, una vez separadas
las fracciones, son coloreadas y luego cuantificadas.
Para ello se utiliza la técnica densitométrica,
descrita en otra sección de este libro. El gráfico que se obtiene, conocido
como electroforegrama o patrón electroforético, lo componen (cuando se utiliza
el papel como soporte), en un orden de izquierda a derecha, las fracciones
siguientes:
1. Albúmina.
2. Alfa 1 globulinas.
3. Alfa 2 globulinas.
4. Betaglobulinas.
5. Gammaglobulinas.
Los espacios que ocupan estas fracciones, se conocen
como zonas del electroforegrama y reciben el nombre de la fracción
correspondiente.
La correcta interpretación del patrón electroforético
requiere del conocimiento de la semiología de cada una de las fracciones que lo
constituyen.
La albúmina es la principal proteína producida por el
hígado y representa más de la mitad del contenido proteico total del suero. Es
la proteína más homogénea, la más soluble y la más estable de las que se
encuentran en el plasma.
Sus funciones más importantes las realiza manteniendo
la presión osmótica, transportando una gran variedad de sustancias, y como
fuente endógena para el suministro de aminoácidos. Puede ser metabolizada por
cualquier órgano del cuerpo humano.
El aumento en la concentración sérica de la albúmina se
produce, por lo general, durante la deshidratación (aumento relativo), la
administración intravenosa de concentrados de esta proteína o por error en su
de-terminación
en el laboratorio. Los trastornos más frecuentes que
tienen relación con este componente, se corresponden con su disminución,
conocida como hipoalbuminemia y que se acompaña casi siempre del signo clínico
del edema.
La hipoalbuminemia aparece en numerosas enfermedades,
asociada con otros signos clínicos (tabla 2.1).
Tabla 2.1 Causas de
la hipoalbuminemia
Enfermedades
|
Causas de la hipoalbuminemia
|
Enfermedad hepática
|
Disminución en la síntesis por:
Enfermedad hepática intrínseca
Alcoholismo
Desnutrición
|
Enfermedad renal
|
Aumento de las pérdidas por:
Rápida degradación Aumento de la presión
oncótica en suero (uremia)
Desnutrición
|
Enfermedad gastrointestinal
|
Aumento de las pérdidas por:
Obstrucción hepática
Malabsorción
Desnutrición
|
Enfermedad pulmonar
|
Aumento de las pérdidas por:
Expectoración
Daño hepático
Aumento en la producción de globulina y
reactantes de la fase aguda
|
Quemaduras
|
Aumento de las pérdidas por:
Exudación intensa
Recirculación anormal
Daño hístico extenso
|
Los métodos utilizados para su cuantificación son los
siguientes:
1. Electroforéticos.
2. Inmunoquímicos:
electroinmunodifusión, inmunodifusión radial, turbidimétricos y nefelométricos.
3. Unión a colorantes indicadores:
bromocresol verde y bromocresol púrpura.
En la zona de las alfaglobulinas migra un conjunto de
proteínas que se conocen como alfa 1 globulinas y alfa 2 globulinas. Las alfa 1
globulinas están representadas por las siguientes:
1. Alfa 1 antitripsina:
proteína inhibidora de la tripsina y la plasmita, cuya función es proteger al
organismo de la autodigestión. Forma parte del grupo de los reactantes de la
fase aguda. Aumenta en las enfermedades inflamatorias y disminuye en la
deficiencia congénita de esta proteína, enfermedad cuyo cuadro clínico se
caracteriza por presentar enfisema pulmonar asociado con insuficiencia
hepática.
2. Alfa 1 glicoproteína ácida:
es un reactante de la fase aguda.
3. Alfa 1 lipoproteína:
transportadora de lípidos, vita-minas
liposolubles y hormonas.
4. Globulina unida a la tiroxina.
5. Alfa 1 fetoproteína:
sintetizada por el hígado embrionario.
Su determinación constituye una prueba diagnóstica para
los defectos del tubo neural y es un marcador tumoral para el carcinoma de células
embrionarias del testículo, teratocarcinomas, cáncer gástrico, pulmonar y
hepatocelular.
En
el grupo de las alfa 2 globulinas se incluyen las siguientes:
1. Alfa 2 macroglobulina: es una inhibidora de la
plasmina y la tripsina.
2. Alfa 2 lipoproteína: transportadora de lípidos, en
especial, triglicéridos.
3. Haptoglobina: reactante de la fase aguda y además
transportadora de la hemoglobina libre en plasma.
El estudio de sus niveles se utiliza cuando hay
hemólisis en las reacciones ostransfusionales. En los pacientes que han sufrido
reacciones postransfu-sionales, disminuye la concentración de haptoglobina al
agotarse la capacidad del hígado para sintetizarla, ante la demanda excesiva
por la cantidad de hemoglobina que debe transportar.
4. Ceruloplasmina: proteína transportadora del cobre.
5. Colinesterasa: proteína que hidroliza la
acetilcolina.
Las betaglobulinas agrupan a las siguientes:
1. Betalipoproteína: transportadora de lípidos.
2. Transferrina: proteína transportadora del hierro en
suero. También se une de manera reversible a otros cationes como cobre, cinc,
cobalto y calcio. Los
niveles plasmáticos son regulados por la disponibilidad
de hierro. Como se sintetiza en el hígado, sus valores pueden disminuir en
enfermedades hepáticas agudas como las hepatitis y en las crónicas, en la
desnutrición y enteropatías con pérdida de proteínas.
Sus niveles plasmáticos varían en la anemia por déficit
de hierro, lo cual causa un incremento en su síntesis. Por el contrario, si la
anemia se debe a una falla en la incorporación del hierro a los eritrocitos,
sus niveles son normales o bajos. En la sobrecarga de hierro, sus valores son
normales, pero la saturación es muy alta.
3. Plasminógeno: proteína encargada de la lisis de la
fibrina.
4. Complemento: constituido por un grupo de proteínas
que intervienen en la propiedad fagocítica de la sangre.
5. Fibrinógeno: factor proteico de la coagulación de la
sangre.
Las gammaglobulinas agrupan a las llamadas
inmunoglobulinas, constituidas por cinco fracciones diferentes:
G, A, M, D y E.
Todas tienen funciones de anticuerpos contra virus,
bacterias y parásitos. En las enfermedades autoinmunes se comportan como
autoanticuerpos al actuar contra células del organismo al cual pertenecen.
INMUNOELECTROFORESIS
La inmunoelectroforesis combina el poder de separación
de la electroforesis con la capacidad resolutiva de la inmunoprecipitación,
basada en la especificidad inmunológica.
Después de realizar la electroforesis a las muestras de
suero, se depositan en pocillos individuales, un suero polivalente
(antinmunoglobulinas total) y sueros mono-valentes (anti-IgG, anti-IgA,
anti-IgM, anti kappa y anti lambda). El antígeno y el antisuero difunden el uno
hacia el otro, y se produce una banda de precipitina cuando alcanzan la zona de
equivalencia.
La inmunoelectroforesis tiene su indicación precisa
cuando se aprecian anormalidades en el estudio electroforético realizado antes.
El patrón electroforético normal es de fácil
interpretación.
Lo mismo ocurre cuando adopta características especiales
que identifican a un buen grupo de enfermedades (figuras 2.5 y 2.6).
Un ejemplo de ello se observa cuando en la zona de las
alfaglobulinas, de las betaglobulinas o de las gamma-globulinas, zonas que por
lo general no tienen picos, aparece un pico proteico, de base estrecha, que
señala la presencia de una proteína monoclonal. La inmunoelectroforesis
mantiene su vigencia diagnóstica, al igual que la electroforesis y la
cuantificación de las inmunoglobulinas, cuando un patrón con estas
características está presente.
Las células productoras de inmunoglobulinas (células
plasmáticas y linfocitos) tienen una función muy especializada.
Cada una de ellas, agrupadas en clones, produce la
misma clase y tipo de inmunoglobulina. La proliferación de estas células, conocidas
como inmunocitos, puede ocurrir en varios grupos de ellas, que dan lugar a
varias clases y tipos de inmunoglobulinas. En este caso, se dice que la
afectación es policlonal (varios clones) y su expresión en el patrón
electroforético se caracteriza por un pico proteico no pronunciado, con una
base ancha. Si la proliferación ocurre de forma aislada en un grupo celular que
produce una clase y tipo de inmunoglobulina, la afectación es monoclonal (un
clon) y su expresión en el patrón electroforético se caracteriza por un pico
proteico muy pronunciado, con base estrecha, en la zona de las alfaglobulinas,
betaglobulinas o gammaglobulinas (figura 2.6, esquemas VII, VIII, IX y X).
La respuesta de los inmunocitos en las enfermedades
infecciosas e inflamatorias crónicas es siempre policlonal. En el caso opuesto,
cuando la respuesta es monoclonal, en el 45 % de los pacientes constituye un
signo de malignidad y se relaciona con enfermedades como mieloma múltiple,
amiloidosis, enfermedades linfoproliferativas, plasmocitoma solitario y
macroglo-bulinemia.
INMUNOFIJACIÓN ELECTROFORÉTICA
La inmunofijación
electroforética ofrece una elevada resolución, por lo que facilita la
identificación de proteínas monoclonales en cantidades mínimas. Se basa en la
combinación de la electroforesis seguida por la inmunoprecipitación. Las tiras
de acetato de celulosa se saturan con antisuero monoespecífico y se aplican a
proteínas séricas, antes separadas por electroforesis, en sus respectivas zonas
de migración. Durante la incubación, los complejos inmunes formados pueden ser
identificados como bandas diferentes. Aunque este método es muy sensible, tiene
algunas desventajas, como son: el elevado costo de los antisueros
monoespecíficos y la gran cantidad que de ellos se necesita para empapar las
tiras de acetato.
TURBIDIMETRÍA
La turbidimetría es uno de
los dos métodos que involucra la interacción de la luz con partículas en
solución.
Estas disminuyen la
trasmisión de la luz debido a la reflexión, dispersión y absorción del rayo
luminoso.
Es un método sensible y
sigue la ley de Beer en un amplio rango de concentraciones.
NEFELOMETRÍA
La nefelometría es una técnica similar a la
turbidimetría y se utiliza cuando las partículas en solución son pequeñas y en
escasa concentración. Se emplea con frecuencia para medir la dispersión de la
luz, que ocurre como resultado de la reacción antígeno-anticuerpo, lo que
permite su cuantificación. Entre sus ventajas se encuentran las siguientes:
rapidez, reactivos simples y posibilidades de automatización. Es una
metodología simple y precisa. Sus principios se exponen en otra sección de este
libro.
INMUNODIFUSIÓN RADIAL
La inmunodifusión radial es un método para cuantificar
proteínas mediante una reacción con difusión única en una dimensión.
Los sueros de referencia (calibradores), controladores
y muestras, se colocan en pocitos ponchados en gel de agarosa que contiene el
antisuero monoespecífico.
El
antígeno presente en la muestra difunde de forma radial a través del gel y
forma un anillo de precipitación, al unirse al anticuerpo presente en el
antisuero monoespecífico (reacción antígeno-anticuerpo).
El diámetro de los anillos se mide, y se calculan los
valores. Antes de disponerse de la nefelometría, este método fue muy utilizado
para la cuantificación de las inmunoglobulinas.
RADIOINMUNOENSAYO Y ENSAYO INMUNORRADIOMÉTRICO
El principio en que se basan las técnicas de
radioin-munoensayo (RIA) y de ensayo inmunorradiométrico (IRMA) es el mismo
para ambas. En las dos se utiliza un antígeno marcado con un isótopo (el más
frecuente es el 125 I). El antígeno marcado compite por
los sitios de unión en el anticuerpo. En este sistema, la avidez del anticuerpo
por el antígeno marcado y el no marcado, debería ser igual. Para conocer la
cantidad de proteína (antígeno) presente, se obtiene la cuantificación del
antígeno marcado, al separar el anticuerpo que está unido al antígeno marcado
del antígeno marcado libre.
Esta separación puede lograrse por 3 vías:
1. Absorción del antígeno libre marcado.
2. Precipitación de los antígenos marcado y no marcado
unidos al anticuerpo.
3. Uso de anticuerpos de fase sólida para atraer los
anticuerpos unidos al antígeno marcado y no marcado.
La inmunorradiometría, a diferencia del RIA, utiliza,
en lugar de antígenos, anticuerpos marcados con isótopos. En este tipo de
ensayo, el ligando en las muestras compite con el ligando unido a una
superficie sólida (tubos o perlas de vidrio recubiertas) por los sitios de
unión del anticuerpo marcado. Hay entonces una competencia entre el ligando unido
a una superficie sólida y el ligando de la muestra con el anticuerpo marcado.
La cantidad de anticuerpo marcado unido a la superficie sólida, es detectada
después que el exceso del anticuerpo marcado y la muestra se han eliminado. De
nuevo hay una relación
inversa entre la cantidad de radiactividad detectada en
el tubo y la concentración del ligando en la muestra desconocida.
ENSAYOS INMUNOENZIMÁTICOS
Los ensayos inmunoenzimáticos (ELISA) son métodos muy
útiles para la cuantificación de proteínas y se utilizan mucho en el
diagnóstico de enfermedades infecciosas, endocrinas y autoinmunes. Estos
requieren de la separación del complejo antígeno-anticuerpo.
Las variantes más comunes son:
1. Método indirecto para la detección de anticuerpos.
2. Método de doble anticuerpo (sándwich) para la
detección de antígenos.
Las características del ensayo inmunoenzimático han
sido estudiadas en otra sección de este libro. Este método ha desplazado
bastante al RIA, al dejar a un
lado las implicaciones que tiene trabajar con material
radiactivo. En cuanto a la sensibilidad, el ELISA es similar al RIA, aunque su
especificidad es discretamente menor. Los reactivos son estables y las lecturas
se pueden realizar en un espectrofotómetro común.
Mención aparte merece la electroquimioluminiscencia,
principio que ha invadido el mercado internacional al incorporarse a una gran
variedad de equipos automáticos que han simplificado, de forma drástica, los
análisis de hormonas, marcadores tumorales, marcadores para anemias, infarto de
miocardio y dosificaciones de medicamentos en san-gre.
La electroquimioluminiscencia ocurre con numerosas
moléculas como rutenio, osmio y renio. Con el uso del rutenio quelado, como
complejo para el desarrollo de luz, se ha hecho posible la determinación de
aminoácidos, haptenos y ácidos nucleicos. Este método ha sido descrito en otra
sección de este libro (véase el capítulo sobre inmunoquímica).
REACTANTES
DE LA FASE AGUDA
Casi todas las proteínas plasmáticas se sintetizan en
el hígado, con la excepción de las inmunoglobulinas y las hormonas proteicas.
Son múltiples las enfermedades en las cuales se alteran la cantidad y las
proporciones de estas proteínas en los líquidos corporales, como ocurre, por
ejemplo, en las reacciones inflamatorias que aparecen durante la evolución del
infarto del miocardio (IMA), infecciones, tumores, y después de intervenciones
quirúrgicas. Las proteínas plasmáticas que sufren alteraciones durante la
inflamación, se conocen como reactantes de la fase aguda (RFA). Se supone que este
grupo proteico juega un importante papel en el complejo proceso de la
inflamación (cuadro 2.1).
Cuadro 2.1 Causas de
la elevación de los reactantes de la fase aguda
Enfermedades inflamatorias
Enfermedades malignas
Traumatismos
Posoperatorio
Enfermedades autoinmunes
|
Los
niveles plasmáticos de los RFA se elevan en tiempos diferentes. En primer lugar
lo hacen la proteína C reactiva (PCR) y la alfa 1 antitripsina; 12 horas
después, se elevan la alfa 1 glicoproteína ácida, la haptoglobina, la fracción C4
del complemento y el fibrinógeno. Las últimas en elevarse son la ceruloplasmina
y la fracción C3 del complemento. Todas alcanzan su máxima concentración entre
2 y 5 días. Los cambios en su concentración, que responden a un aumento en la
síntesis por parte del hígado, no permiten conocer ni la ubicación ni las
causas de la reacción inflamatoria, pero constituyen una excelente herramienta
para controlar, desde el punto de vista evolutivo, su progreso o desaparición
y, por lo tanto, la eficacia o no del tratamiento impuesto (tabla 2.2).
Tabla 2.2 Respuesta
de los reactantes de la fase aguda ante el proceso inflamatorio
Reactantes
|
Elevación de los resultados
|
|
Comienzo(h)
|
Pico máximo (h)
|
|
Proteína C reactiva
|
2
|
48
|
Alfa 1 antitripsina
|
8
|
72 - 120
|
Alfa 1 glucoproteína ácida
|
8
|
72 - 120
|
Haptoglobina
|
8
|
72 - 120
|
C3 y C4
|
8
|
72 - 120
|
Fibrinógeno
|
8
|
72 - 120
|
El aumento de la síntesis de las proteínas de la fase
aguda, se acompaña de la disminución de la prealbúmina, de la albúmina y de la
transferrina, que constituyen los llamados reactantes de la fase negativa.
Por lo general, las proteínas de la fase aguda forman
parte del grupo de las alfa 1 globulinas y alfa 2 globulinas.
Estas, a su vez, constituyen la llamada zona de las
alfa en el diagrama electroforético.
El fibrinógeno, proteína de la fase aguda, influye en
la determinación de la velocidad de sedimentación eritrocitaria (VSG). En las
enfermedades hepáticas crónicas, la concentración del fibrinógeno disminuye, y
su efecto acelerador sobre la VSG queda a cargo de la albúmina, que disminuye,
y de las globulinas, que aumentan.
LAS ALFAGLOBULINAS Y LAS BETAGLOBULINAS EN
LA VELOCIDAD DE SEDIMENTACIÓN ERITROCITARIA
La albúmina es estabilizadora de la VSG. En las
infecciones agudas, la albúmina plasmática disminuye y las alfaglobulinas y el
fibrinógeno aumentan, combinación que acelera la VSG y que constituye la causa
principal de esta aceleración en afecciones como la nefrosis y la cirrosis.
En el mieloma múltiple, la VSG se acelera de manera
considerable. La formación de pilas de monedas, originadas por la sedimentación
rápida de los eritrocitos, impide muchas veces que se extienda, de forma
adecuada, la sangre periférica sobre el portaobjetos. Aunque el cuadro proteico
plasmático es muy variable en esta enfermedad, por lo general hay una gran
concentración proteica en la zona de las globulinas (pico monoclonal,
paraproteína) y una discreta disminución de la albúmina. Estas alteraciones
proteicas en el plasma delos pacientes, causan la aceleración de la VSG por encima
de 100 mm/h.
En la VSG, la sedimentación de los eritrocitos transita
por 3 fases (A, B, C):
A: fase inicial, de pocos
minutos, durante la cual se forman las pilas de monedas.
B: fase que tiene
una duración de 30 minutos a 2 horas, que depende de la longitud de la pipeta y
en el transcurso de la cual la sedimentación ocurre a una velocidad constante.
C: fase lenta, en la
que se produce el empaquetamiento de la columna de eritrocitos.
La fase B es la más importante. La VSG debe “montarse” preferiblemente
antes de transcurrir 2 horas de tomada la muestra. En determinadas
circuns-tancias, este período puede prolongarse hasta 6 horas, pero no más,
pues se invalidan sus resultados.
La VSG se determina con métodos manuales y automáticos.
Entre los métodos manuales, el más utilizado es el de Westergreen en cualquiera
de sus modificaciones.
Para el uso en pediatría, existen las microtécnicas.
CARACTERÍSTICAS DE LAS PROTEÍNAS
COMPRENDIDAS EN EL GRUPO DE LOS REACTANTES DE LA FASE AGUDA
Proteína C reactiva (PCR). Esta
proteína fue identificada en 1930, en el suero de pacientes con neumonía
causada por neumococos y se comprobó que
podía unirse al polisacárido C del Streptococcus
pneumoniae, y producir floculación. Luego, se detectó su presencia en otras
enfermedades inflamatorias agudas.
La PCR fue el primer reactante de la fase aguda que se
identificó. Es sintetizada por el hígado y se vierte en el plasma. Un subgrupo
de los linfocitos también la produce en pequeñas cantidades, pero en este caso
permanece unida a la superficie celular. Su elevación en el plasma se produce a
las 2 horas, y alcanza su máxima concentración a las 48 horas. Esta proteína
constituye el marcador de la inflamación por excelencia y tiene numerosas
funciones como: dar comienzo a la opsonización, a la fagocitosis y a la
activación del complemento, de los neutrófilos y de los monocitos macrófagos.
Estas propiedades le permiten jugar un importante papel en el reconocimiento
de organismos microbianos y como inmunomodulador en el
huésped. También es importante para el reconocimiento de los tejidos
necrosados. Durante muchos años fue poco utilizada, a pesar de conocerse su
importancia como marcador inflamatorio. A comienzos de la década de los 90 del
siglo XX,
se prestó atención una vez más a sus posibilidades de diagnóstico y aparecieron
publicaciones más completas, que volvieron a situarla entre las determinaciones
más utilizadas en el laboratorio clínico. Un hecho importante en su
revalorización, lo fue la comparación de esta prueba con otra, muy utilizada
desde hace años como marcador no específico de la actividad de los procesos
patológicos: la VSG.
La PCR tiene algunas ventajas en relación con la VSG.
Entre ellas sobresale el hecho de que el fibrinógeno, las proteínas
monoclonales y la morfología eritrocitaria, no son causas de interferencia. Al
igual que la VSG, cuando la PCR es positiva, indica la existencia de un proceso
inflamatorio, pero no ofrece datos sobre sus causas.
En relación con los métodos para la determinación de la
PCR, también existen ventajas si los comparamos con la VSG.
La VSG, cuando se determina con métodos manuales,
requiere de pipetas especiales, de una observación estricta de la relación
anticoagulante-sangre, de la colocación de la pipeta cargada en un soporte en
posición vertical y del reposo durante 1 hora. Cualquier variación en las
condiciones antes señaladas, causa errores groseros en los resultados. Para la
VSG existen métodos automáticos que se reservan para los laboratorios que
tienen una carga grande de trabajo, que justifique la adquisición de un equipo
tan costoso para
realizar ese tipo de análisis.
En su determinación, la PCR ofrece las ventajas
siguientes:
1. Prueba de aglutinación con látex, de fácil
realización.
2. Ensayos inmunoenzimáticos manuales o automáticos (ELISA),
nefelometría con láser, fluorescencia polarizada e inmunoturbidimetría. Ya sea
el método manual o el automático, el tiempo consumido en su determinación no es
mayor que 10 minutos y el material biológico es, por lo general, suero.
Aunque todavía la VSG se mantiene como una prueba de
uso generalizado, tiene en la PCR una potente rival que ha ganado territorios
diagnósticos en enfermedades como apendicitis, pancreatitis, enfermedades
reumáticas (artritis reumatoidea) y cardiovasculares.
En este grupo de enfermedades y en los trastornos
vasculares periféricos, la PCR es considerada un factor de riesgo. A partir de
estudios publicados en 1997, se demostró la importancia de la PCR como agente
predictivo de futuros IMA, o de la posible repetición del IMA cuando, después
de ocurrido el primer ataque, sus valores se mantienen elevados.
Alfa 1 antitripsina. Es
un inhibidor de la tripsina y la plasmina, por lo cual protege al cuerpo de la
autodigestión. Se eleva en las reacciones de la fase aguda y en el embarazo. Su
deficiencia es causa de enfisema pulmonar y falla hepática en la enfermedad
homocigótica.
Alfa 1 glucoproteína ácida. Su
función es des-conocida.
Su determinación se utiliza para seguir las reacciones
de la fase aguda.
Haptoglobina. Se
une a la hemoglobina libre en el suero. Se determina para el seguimiento de las
reacciones de la fase aguda y en los procesos en los que ocurre hemólisis, como
las reacciones postransfusionales y anemias hemolíticas, en las cuales su
concentración disminuye al unirse a la hemoglobina libre que proviene de los
eritrocitos destruidos.
C3 y C4. Los
niveles del complemento aumentan en las reacciones inflamatorias (fase aguda).
Sus valores disminuyen en las enfermedades autoinmunes.
Fibrinógeno. Es un
factor de la coagulación de la sangre. Además, forma parte de los RFA, por lo
que aumenta en las infecciones, en las reacciones inflamatorias y en el
embarazo. Disminuye en los trastornos de la coagulación como la coagulación
intravascular diseminada (CID), en las enfermedades de origen congénito y
adquirido (hepatopatías).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario